Se mudó con lo que tenía, pero el espacio ya no hablaba de ella. Necesitaba luz, color y calidez. Soltó lo antiguo y decidió lo qué conservaba a su ritmo. Se atrevió a integrar un gran mural y apostó por acentos en tonos rojos. En medio de divertidas conversaciones y algunos cafés, logramos un espacio único y honesto para Martha, una mujer apasionada y llena de energía. Esta historia continuará…